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Mire desde el banco las bellas figuras que posaban orgullosas una figura perfecta a ojos del mundo. Todo en mí cansada mirada era la una visión perfecta, nunca seré un hermoso caballero de brillante armadura,simplemente soy todas esas palabras que resuenan en mi cabeza con la misma fuerza de mil relámpagos furiosos, todo por esas hermosas palabras que dibujan una sonrisa que gotea por detrás de este patético papel... Más bien soy un asqueroso trozo de cartón, a quien engaño...Sólo soy "la ballena","el cerdo"..."Gordo"...No soy perfecto, no soy nada, sólo un pobre gordo.

No puede acallar mis demonios,simplemente no puede contener el amarga llanto que empapó mis abultadas mejillas. Podía oír detrás de mi cómo sus afiladas lenguas repetían todas sus bromas entre un canto burlón, todas esas palabras que me mataban mi orgullo.

Sin darme cuentá un golpe suave en mí mi pierna, miré algo tembloroso para darme cuenta que era un palo de hierro, miré quién era el poseedor de la vara. Era una chica de mí clase, una chica de cabellos dorados y piel blanquecina con un vestido color azul, Alexandra era el nombre de tan bella dama. Ella se sentó en el banco para sonreírme con una pequeña boca.

- Siento el golpe, no sabía que estuvieras ahí. Por cierto, ¿quién eres? ¿puedo verte? - pregunto con curiosidad la risueña mujer.

- No creo que sea una buena idea, lo más seguro es que te rías de mí - dije cabizbajo mirando el frío suelo.

- ¿Entonces me escucharás? Quisiera hablar con alguien, claro, si a ti no te importa - dijo la chica con cierta modestia.

- No hay problema - dije sonriendo ante la dulzura de la ciega.

- ¿Soñaste hoy algo? - pregunto la chica.

- No, la verdad, ahora que pienso, ¿tú puedes soñar? - pregunté sorprendido por la pregunta.

- Sí, puedo soñar, aunque no sea como muchos lo hacen, son mis sentidos los que hacen las imágenes- dijo ella con calidez.

- ¿Qué soñaste? - pregunté curioso.

- Caminaba por un prado de trigo, era un día frío sin ningún rayo de sol, era un campo inmenso y no sabía qué hacer, estaba perdida. Puede sentir desde la lejanía el chirrido de una bandada de cuervos acercándose con furia. Corrí por el pasto para poder huir, pero yo misma me caí. Ellos se acercaron a mi cabeza soltando sus chirridos mientras soltaban su aire con olor a carne podrida.

- ¿Y pasó algo después? - dije atento al interesante relato.

- Sí, un rayo de calor surgió para espantar a las bestias. Era por su tacto, alguien de sangre caliente, de piel suave y cabello con olor a fresco... Era un hermoso ángel quien me sacó, era la forma perfecta y hermosa que pude sentir - dijo ella con cierto sonrojo en la cara - Pero dime, ¿que te gustaría soñar? - preguntó la ciega.

- Ser perfecto como un ángel - dije con voz melancólica.

- ¿Puedo verte? - dijo la chica acercándose a mi con una sonrisa.

- ¡No! Te burlarás de un inútil como yo, no soy más que un chiste para todos, puedo escuchar desde aquí sus risas - dijo molesto al recordar esas horribles palabras.

- No lo haré, sé que eres alguien bueno, casi nadie me quiere oír, tú fuiste el único, sólo quiero saber quién es el que me dio una oportunidad - dijo decidida con su inusual dulzura.

Ella con sus finas manos tocó mis abultada cara, luego bajó hasta la mitad de mi cuerpo con su otra mano. Sentía miedo, vergüenza y asco en ese momento. Quería correr del lugar.

- No puede ser, no sabía que existían - dijo sorprendida.

- ¿El qué? - dije incledilo.

- Los ángeles - dijo ella abrazándome con fuerza.




"No existe nada perfecto, sólo una falsa visión, el amor a uno es la imperfección más perfecta para quien sabe amar"

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